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" Jefes de escuela" en la sociología latinoamericana

Por:   •  7/4/2018  •  10.308 Palavras (42 Páginas)  •  526 Visualizações

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II

Cuando el italiano Gino Germani (1911-1979) se estableció en la Argentina en 1934, con 23 años de edad, se deparó con una situación política conturbada, resultante del golpe de 1930, que interrumpió el segundo mandato de Hipólito Yrigoyen y el proceso de democratización política que se había iniciado al promediar la primera década del siglo XX. Tal situación probablemente lo disgustó, una vez que su salida de Italia había sido motivada por la persecución de que había sido víctima por parte del fascismo. De origen social modesto, era hijo único de un militante socialista, sastre de profesión, y de una descendiente de campesinos católicos. En Roma había concluido estudios secundarios de contabilidad en una escuela técnica y más tarde obtuvo el diploma de economista en el Instituto de Economía de la Universidad de Roma. Una vez en la Argentina, se integró a los grupos de la comunidad italiana antifascista y publicó algunos ensayos referidos a la problemática del fascismo en distintos periódicos de la comunidad italiana de ese país. En 1938 ingresó en la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA) y, poco antes de graduarse, inició su carrera como sociólogo apoyado directamente por Ricardo Levene, entonces director del Instituto de Sociología de la UBA, y que fuera su profesor.

Aunque hasta fines de los años de 1950 no hubo carrera de sociología en la Argentina, la enseñanza de dicha disciplina era impartida desde fines del siglo XIX en las carreras de derecho y filosofía. Un impulso más efectivo para su desarrollo ocurriría precisamente con la creación del Instituto de Sociología de la UBA, en 1940, en el cual Ricardo Levene reunió un grupo de intelectuales políticamente heterogéneo, que incluía profesores de otras universidades del país, en su mayoría formados en derecho. Incorporó también estudiantes de la cátedra de sociología que tenía a su cargo en la UBA, entre los cuales estaba Germani, un extraño en el nido en función de su formación anterior como economista. A ese respecto, sus primeros artículos en el Boletín del Instituto de Sociología sobre “morfología social”, en los cuales pudo movilizar el conocimiento entonces atípico en estadística adquirido en Italia, contrastaba con el patrón de trabajo de sus colegas, en gran parte referidos a una historia tradicional de las ideas, centrada en el pensamiento social argentino.

En esa primera etapa de su carrera, transcurrida aproximadamente en la primera mitad de la década de 1940, Germani desempeñó una intensa actividad científica. Tuvo bajo su dirección una de las líneas de investigación del Instituto, que recogía informaciones sobre la estructura social argentina, publicadas regularmente en el Boletín; participó, también, de la comisión encargada de realizar el IV Censo Nacional y realizó una investigación empírica, pionera en su género, sobre el consumo cultural de la clase media de Buenos Aires. Cabe recordar, además, que tales trabajos fueron acompañados de reflexiones innovadoras de orden teórico y metodológico, que difundió en conferencias y artículos.

Esos primeros pasos en la carrera fueron dados en un terreno desfavorable, dadas las escasas posibilidades de profesionalización que propiciaban los institutos, que no remuneraban a los investigadores. En 1946 intentó ingresar oficialmente en la universidad, prestando concurso para profesor en la Cátedra de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. La derrota ocurrió, probablemente, en función de los obstáculos políticos ya presentes en los comienzos del peronismo, que intensificó las intervenciones del gobierno en las universidades, contrariando la tradición de autonomía vigente desde la reforma universitaria de 1918. En ese contexto, Germani se apartó del Instituto de Sociología, acusado de profesar ideas comunistas.

Desde entonces, participó de los círculos intelectuales de oposición al régimen, actitud que acabaría por favorecerlo después de la llamada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno peronista en 1955. Entre 1946 y 1955 enseñó sociología en el Colegio Libre de Estudios Superiores, institución privada que durante ese período se convirtió en un frente de oposición cultural y política contra el peronismo, y se lanzó a una ambiciosa campaña de reivindicación de una “sociología científica”, núcleo de la propuesta a partir de la cual legitimaría progresivamente su posición en el campo intelectual argentino. De ese esfuerzo derivó el libro La sociología científica. Apuntes para su fundamentación (1956). Durante esos años, asimismo, asumió una actitud intelectual más agresiva, enfrentando a los llamados “sociólogos de cátedra” y desempeñó una intensa actividad editorial al frente de las colecciones “Ciencia y Sociedad”, en la editorial Abril, y “Biblioteca de Psicología Social y Sociología”, en la editorial Paidós (Blanco 2006). En ese período, más precisamente en 1954, se casó con Celia Carpi, con quien tendría dos hijos, y esa relación condicionó la estabilización de su vida profesional.[3]

Con la caída del peronismo, en 1955, Germani consiguió imponerse de manera efectiva en el interior de la institución académica, favorecido por la reforma pos-peronista que modernizó la estructura universitaria, principalmente en la UBA. Una serie de iniciativas, entre las que se destacaron la creación del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la promoción del régimen de dedicación exclusiva, promovieron la integración de la enseñanza y la investigación. Con el apoyo del entonces rector de la UBA, José Luis Romero, y del movimiento estudiantil, asumió la cátedra y el Instituto de Sociología y, en 1957 se empeñó directamente en la creación de la primera carrera de sociología del país, que reclutó estudiantes de origen social medio (hijos de otros profesores universitarios, intelectuales o comerciantes de relativa prosperidad), una importante proporción de mujeres y de descendientes de inmigrantes de primera generación y una alta proporción de judíos” (Neiburg, 1998: 242-243).

La fuerza de Germani se debió, de todos modos, al programa de investigación que lideró, dirigido a una comprensión del proceso de modernización de la Argentina. El primer paso en esa dirección fue su investigación sobre la estructura social del país que resultó en su primer libro, Estructura social de la Argentina. Análisis estadístico (1955), que lo consagró como uno de los principales renovadores de la escena intelectual de entonces. El segundo paso fueron sus análisis sobre el impacto de la inmigración masiva en la

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